Para atletas de la talla de Usain Bolt o Michael Phelps obtener una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos, seguramente no podría ser calificado como el momento decisivo de sus carreras. Con 9 y 23 preseas doradas cada uno, respectivamente, sin duda un tercer lugar en el podio es casi una anécdota en sus brillantes trayectorias deportivas… Sin embargo, como dice el antiguo refrán, todo depende del cristal con que se miren las cosas.
El momento decisivo de mi carrera fue, justamente, obtener una medalla de bronce en los 400 metros en Londres 2012. ¿Fue el instante de mayor éxito de mi carrera? Probablemente no, si lo analizo sólo desde el metal de la medalla que obtuve, pues en tanto Atenas 2004 como en los Juegos de la capital británica logré medallas de oro como miembro del equipo estadounidense que compitió en la prueba de los 4X400 metros relevos.
Entonces, ¿por qué una atleta, que trabaja día a día en busca del mayor logro posible, considera que un tercer puesto es el instante más trascendental de su vida deportiva? Aquí les cuento parte de esta historia.
Luego de obtener el Campeonato Mundial de Atletismo de Osaka 2007 en la especialidad de 4X400m relevos, sufrí uno de los momentos más complejos que puede experimentar una deportista que está en la cima de su carrera: una rebelde lesión de rodilla, la que me impidió seguir en la senda de triunfos y particularmente, tener una actuación destacada en Beijing 2008.
Terminado dichos Juegos Olímpicos, decidí someterme a una cirugía reconstructiva para retomar mi nivel. Sin embargo y aunque no lo sabía en ese momento, pasé los siguientes tres años luchando con diversas lesiones. Los resultados no eran de los mejores y muchos pensaban que debía terminar prematuramente mi carrera para cuidar la lesión, pues mis posibilidades de una segunda aparición en el podio olímpico parecían irreales.
Nunca dispuesta a rendirme y siguiendo el consejo que entrego a miles de estudiantes en el mundo como embajadora de Education First -aprender que no tienes que tener todo claro desde el inicio y que debes empezar por definir metas propias para que ellas mismas te llevan más lejos-, fui avanzando paso a paso desde lo más bajo, logrando la temporada más consistente de mi carrera y dándome a mí misma una nueva oportunidad para el oro olímpico en 2012.
¿Lo logré? Ya saben que sí. Oro en los 4X400 relevos. ¿Genial? Por supuesto que sí. Pero como contaba antes, el momento trascendental no fue ese, sino que aquella medalla de bronce en la prueba individual de 400 metros. Correr la carrera más importante de mi vida y regresar al podio después de haber tenido una operación de rodilla, tras años de carreras muy insatisfactorias, fue increíble. Obtener ese logro requirió una importante dosis de poder mental y perseverancia, que honestamente me definieron que como atleta y sobre todo, como persona.
Ese es el mensaje que intento hoy transmitir a quienes asistente a mis charlas, como la que daré este sábado 26 de agosto en la feria Globalízate 2017 en Santiago: La actitud de nunca rendirse combinada con disciplina, determinación y trabajo duro es el secreto detrás de mí.
La manera de llegar a las metas que nos proponemos es reemplazar el miedo con la creencia de que sí se puede. Cuando realmente crees en lo que eres capaz de hacer, ya estás en camino a lograr tus objetivos. Si de verdad buscas llegar más arriba y más lejos, tienes que impulsarte para ser la mejor versión de ti e incluso si fracasas, debes saber usar ese momento difícil como motivación para levantarte y seguir avanzando hacia tu meta.
Esa es la principal enseñanza que me dejó Londres 2012. En una frase: nunca renuncies a tus objetivos… Y lo otro que aprendí, es que a veces el bronce es simplemente un tono diferente de oro.
Por Dee Dee Trotter, atleta estadounidense y embajadora de “Globalízate 2017” de Education First.
