“La leche materna es crucial para el desarrollo de los bebés, determina la salud para el resto de la vida y es una de las principales herramientas para combatir la desnutrición, sobre todo en contextos de mayor vulnerabilidad”, señala Monserrat Martínez, directora de la Fundación Leche para Haití.
Alimento vital, pero que no siempre está a disposición de los recién nacidos, ya sea por razones biológicas, o bien, por creencias negativas respecto a la lactancia materna.
Tal es el caso de la cultura haitiana, en la que las mujeres no suelen amamantar a los bebés porque hay escasa educación sobre los beneficios de la leche materna y muchas creencias erradas. “Por ejemplo, las mujeres piensan que su leche genera parásitos, diarrea u otras enfermedades, por eso, no es raro ver a guaguas de dos o tres meses, comiendo alimentos sólidos“, dice Martínez.
Otra creencia popular es que al dar pecho, la mujer traspasa la pena u otros sentimientos. “Hemos conocido casos de mujeres que se les han muerto familiares y no alimentan a sus bebés, para no traspasarle ese sufrimiento”.
Precisamente, educar y derribar estos mitos es uno de los objetivos de Leche para Haití, organización que trabaja desde hace 12 años en ese país, entregando tratamientos nutricionales a niños y niñas, desde los 6 meses hasta los 5 años y, que desde septiembre del año pasado, implementó un proyecto para formar la primera comunidad.
El poder de la comunidad
“La evidencia internacional señala que el éxito y duración de la lactancia materna aumenta exponencialmente en la medida que las madres reciben apoyo de su familia y la comunidad. Es el doble si tienen el soporte de su pareja; hasta 5 veces más, si hay alguien más en la familia y hasta 30 veces si reciben apoyo del personal de salud y de la comunidad que las rodea”, señala Natalia Montaldo, coordinadora del proyecto Comunidad de la Leche en Haití.
Y una característica arraigada en la cultura haitiana es el sentido de comunidad. “Como fundación, una de nuestras misiones es concientizar en Chile sobre la cultura y realidad haitiana y cambiar el paradigma de que este es un país que sólo tiene carencias. Ellos tienen muchas cosas positivas, como la concepción comunitaria de la crianza. Existe una responsabilidad compartida, en la que todos juegan un rol importante, a diferencia de nosotros que en muchos casos, es bastante solitaria”, indica Natalia.
Gracias a los años de trabajo de la fundación, aprendieron que las medidas educativas son más efectivas cuando son entregadas por personas de su cultura, en vez de extranjeras.
Debido a este bagaje, en junio de 2021, la fundación postuló a Fondo Chile un proyecto para formar monitoras comunitarias de lactancia materna en Haití. “Al ser personas de la misma comunidad, eliminamos la barrera cultural y es más fácil generar los cambios”.
Si bien la iniciativa fue pensada para instruir sólo a mujeres, también despertó el interés en hombres y niñas. Situación inesperada, pero que desde la fundación ven como una oportunidad para generar conciencia de la responsabilidad compartida de la crianza y derribar el machismo, muy marcado en esa sociedad.
“Fue tanto el éxito del curso, que se fue corriendo la voz y, lo que partió como una formación presencial, la adaptamos a un formato online, llegando incluso a tener inscritos en República Dominicana”.
La idea del proyecto es que más personas se formen como monitores y que la lactancia se convierta en un hábito natural. “Mejorando la tasa de lactancia materna, disminuye la necesidad de administrar suplementos, las enfermedades gastrointestinales y, de forma indirecta, la mortalidad infantil”, puntualiza Montaldo.
Este proyecto ha sido financiado con el apoyo de Fondo Chile, una iniciativa del Gobierno de Chile, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y la Agencia Chilena de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AGCID), en conjunto con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD Chile).