Chile y Perú tienen muchas cosas en común, como terremotos y tsunamis de gran magnitud. Desde la época colonial, en la que se documentan estos eventos de manera escrita y antes del desarrollo de la tecnología con la que hoy cuenta la humanidad, ambos países se han enfrentado a estas amenazas naturales.
Un grupo de investigadores, liderado por el académico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Matias Carvajal, en el que fueron invitados a participar de este estudio el investigador principal de CIGIDEN y académico de la Universidad Federico Santa María, Patricio Catalán, y la investigadora CIGIDEN, Alejandra Gubler, analizó registros de tsunamis de cinco mareógrafos antiguos del Pacífico en Estados Unidos y Australia para estimar la magnitud de los terremotos de Chile-Perú de 1868 y 1877, lo cual ayuda a mejorar la preparación para el futuro.
Según detalla el artículo científico “el segmento que abarca el sur de Perú y el norte de Chile se reconoce desde hace tiempo como una brecha sísmica madura, donde se produjeron los dos últimos grandes terremotos”, es decir, que en el presente, podrían volver a ocurrir.
“Saber y poder comprender cuales son las características de los tsunamis históricos, nos ayuda a entender cuales son los máximos posibles y con eso, poder validar los modelos que tenemos” explica Catalán agregando que “estos resultados nos ayudan a tener una visión mucho más clara de lo que es lo que ha pasado antes, y que de seguro ocurrirá en el futuro”.
Posibles terremotos
La importancia de conocer estos datos del pasado, permite tomar decisiones con mayor precisión ante un posible desastre socionatural, más cuando el tsunami puede viajar a las costas de otros países más lejanos.
Para esto, compararon la información registrada con terremotos más modernos -post desarrollo tecnológico-, así hacer una comparación entre la intensidad de cada evento.
Tomando en cuenta que hay un vacío de información de unos 150 años, crearon terremotos sintéticos -escenarios inventados para ayudar a complementar la incertidumbre de un problema, cómo si hubiesen pasado- los cuales ayudaron a estimar las magnitudes de ambos terremotos de los cuales se infirió que en 1868 fue de Mw 8.8 a 9.1 y el de 1877 de 8.8 a 8.9.
“Tenemos que recordar que acá, en Chile, los datos instrumentales no existían hasta 1900 en adelante, por lo tanto todo lo anterior se basaba en las observaciones de las personas”, dice Catalán, ya que “saber con precisión qué tamaño tuvo el terremoto, no era necesariamente factible. Contar con estos datos transpacíficos, nos ayuda a entender de manera más precisa que tan grande fueron estos terremotos”.
La ausencia de eventos sísmicos de gran magnitud en la zona durante los últimos años indica que se está desarrollando una brecha sísmica, lo que aumenta el potencial de futuros terremotos tsunamigénicos de gran tamaño.
Este hallazgo da cuenta que estos terremotos, previos al desarrollo tecnológico, fueron muy parecidos al terremoto del Maule en el 2010 y menos que el de 1960 en Valdivia.
La magnitud no lo es todo
Aunque, según explica el investigador principal de CIGIDEN y experto en tsunamis, “debemos recordar que la magnitud no es tan importante para el tsunami” ya que dependerá de cómo se produce el deslizamiento.
¿Por qué el deslizamiento es importante para el tsunami? Según Catalán, es “porque dependiendo de cuánto se produce el movimiento entre las placas, que es lo que llamamos deslizamiento, más se deforma la corteza terrestre entonces más energía se traspasa al agua”.
En esta línea, un hallazgo importante que ponen a disposición de la comunidad científica -y de las personas- es que estos terremotos, tanto en Perú como en Chile, hubo un mayor deslizamiento de la roca sobre una ruptura más corta (entre 100, 200 y 400 kilómetros) lo cual provocó una Amplitud Máxima de Tsunami mayor, desafiando la idea de que solo las grandes rupturas provocan grandes tsunamis.
En el cálculo se tomó en cuenta rupturas largas y cortas, en las que dan cuenta que las cortas potenciaron el desarrollo del tsunami. “El mensaje más importante, y algo que tenemos que comenzar a transmitir, es que la magnitud nos dice parte de la información pero no es la más relevante para el tsunami”, concluye el científico.