En las últimas semanas, el debate global sobre la posibilidad de que Estados Unidos confirme la existencia de vida extraterrestre ha tomado una fuerza inédita. No se trata solamente de rumores o especulaciones en redes sociales; hoy estamos ante un fenómeno mediático, político y cultural que ha escalado al centro de la conversación pública. Y uno de los motores principales de este resurgimiento es el documental Age of Disclosure, cuyo impacto ha sorprendido incluso a quienes llevamos décadas investigando este tema.
Dan Farah, director de la producción, declaró que espera que su película “prepare el escenario para que el presidente Trump diga oficialmente al público que no estamos solos”. No es una frase menor. Farah afirma que la información ha sido ocultada por casi 80 años, incluso a presidentes en ejercicio, y sostiene que “la gente puede manejar la verdad”. Estas declaraciones, amplificadas por medios globales, han encendido una discusión que hasta hace poco parecía reservada a ámbitos especializados.
A esto se suma el testimonio del exdirector de la Fuerza de Tareas UAP del Pentágono, Jay Stratton, quien afirmó en Fox News que los objetos que analizó durante más de 20 años “no son de aquí”. Sus palabras no provienen de un aficionado ni de un teórico: Stratton trabajó directamente con los casos más complejos recopilados por la inteligencia estadounidense. Cuando una figura con ese nivel de acceso afirma que hubo incidentes imposibles de atribuir a cualquier nación en la Tierra, la conversación cambia de nivel.
Incluso desde el mundo del entretenimiento y la crítica, la atención ha sido extraordinaria. El periodista Jake Tapper (CNN) describió Age of Disclosure como “un serio contendiente al Oscar”, destacando la profundidad de su investigación y su potencial impacto cultural. La combinación de estas voces -Farah, Stratton, Tapper- ha creado una tormenta perfecta que explica por qué el tema volvió al centro del debate mundial.
Este escenario se amplifica aún más por el contexto político estadounidense. Donald Trump, una figura que mueve audiencias globales con cada frase, ha insinuado en varias ocasiones que podría revelar información sensible sobre el fenómeno OVNI. Aunque no existe confirmación oficial de vida extraterrestre, esas insinuaciones, sumadas al clima mediático actual, han potenciado el interés a niveles sin precedentes.
Pero más allá de las declaraciones y la coyuntura, este fenómeno habla de algo más profundo: la humanidad está, por primera vez, preparada para enfrentar la posibilidad de no estar sola. El trabajo de la NASA, los informes del Pentágono y la apertura científica hacia la astrobiología están normalizando un debate que durante décadas fue ridiculizado. Hoy ya no es un tema marginal; es un asunto de Estado, de seguridad aérea, de transparencia pública y de ciencia avanzada.
Desde Chile, y especialmente desde La Serena -consolidada como la capital ufológica del país- observamos este proceso con particular interés. Nuestro territorio tiene una larga tradición de avistamientos y casos emblemáticos. El Museo OVNI existe justamente para construir memoria, contextualizar y ofrecer una mirada seria y responsable a estos fenómenos. Lo que ocurre hoy en Estados Unidos no nos es ajeno: forma parte de una conversación que inevitablemente también marcará nuestra región.
Si algún día llega una confirmación oficial -ya sea desde la Casa Blanca, la NASA o un organismo internacional- será un momento histórico para toda la humanidad. Y si esa confirmación no llega todavía, lo que sí es claro es que seguimos avanzando hacia una era donde la búsqueda de vida inteligente más allá de la Tierra dejó de ser ficción para convertirse en una discusión real, documentada y profundamente necesaria.
Lo importante ahora es mantener la calma, la seriedad y la apertura mental. El futuro, más que nunca, invita a mirar el cielo con nuevos ojos.
Por: Cristian Riffo Morales
Periodista – Director del Museo OVNI de La Serena









